Hoy viernes, 15 de enero, se abre al público en la céntrica ermita de San Vicente una exposición que con el título “Raíces y Esperanza” recoge una muestra visual de la poesía del poeta oriolano Miguel Hernández, del que se conmemora el centenario de su nacimiento. La exposición será inaugurada a las ocho de esta tarde y contará con la presencia de la alcaldesa de la localidad; de Jesús Rodríguez Marín, rector de la Universidad Miguel Hernández de Elche; y de Juan José Sánchez Balaguer, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández.
Miguel Hernández, pastor, poeta y dramaturgo, nació un 30 de octubre de 1910. Él mismo se situó más próximo a los autores de la “generación del 27” (Pedro salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Enrique Jardiel Poncela, Rafael Alberti, Luis Cernuda o Agustín de Foxá, entre otros), que a la del 36 en la que se encuadra, con otros muchos autores, al alcoyano Juan Gil-Albert.
Fue el segundo hijo varón de una humilde familia dedicada al pastoreo. A los quince años su padre lo apartó de los estudio para ponerle a trabajar pero, pasado algún tiempo, logró cursar estudios de derecho y literatura. Sus primeros poemas los escribió mientras cuidaba del rebaño de ovejas.
La Guerra Civil convulsionó su vida, como la de millones de españoles, cuando sólo contaba 26 años. Miguel se alistó en el bando republicano y participó en la cruenta batalla de Teruel. Durante la guerra escribe y escribe. “El hombre acecha” es un título de esta época que, concluida la guerra y cuando iba a ser editado, las autoridades franquistas ordenaron destruir. Alguien salvó algún ejemplar que permitió la reedición muchos años más tarde, en 1981.
La breve vida de Miguel Hernández tiene su capítulo más prolífico precisamente durante esta guerra fraticida. En esos años consigue casarse con Josefina Manresa, con la que tuvo dos hijos. Al primero, Manuel Ramón, que falleció a los pocos meses de vida, dedicó el poema ‘Hijo de la luz y de la sombra’ y otros recogidos en el ‘Cancionero y romancero de ausencias’. Al segundo, Manuel Miguel, nacido en enero del 39, dedicó desde la cárcel las famosas ‘Nanas de la cebolla’.
Su última etapa transcurrió de prisión en prisión. Llegó a huir a Portugal pero la policía del país vecino, gobernado entonces por el dictador Antonio de Oliveira Salazar, lo entregó a la Guardia Civil. Muchos fueron los que intercedieron, entre ellos Pablo Neruda, para que finalmente se le conmutara la pena de muerte por la de treinta años de cárcel. Finalmente, prisionero en Alicante comparte celda con el dramaturgo Antonio Bueno Vallejo, autor de la ilustración que acompaña a este texto. El 28 de marzo de 1942 falleció víctima de la tuberculosis. Dicen que no pudieron cerrarle los ojos.
Con motivo de la apertura de esta exposición, la ibisí emitirá, excepcionalmente, la versión musicalizada de “Vientos de un pueblo”.
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