No toda la música es de la SGAE.
Otro patinazo. El club de Teddy y sus muchachos se excede con frecuencia en la aplicación de sus “derechos” y algunas veces “se pasa de frenada”. Las obras que sus creadores publican bajo licencias copylefft, como por ejemplo, Creative Commons, son de uso libre y la SGAE o cualquier otra sociedad de gestión de derechos, no tiene jurisdicción alguna sobre ellas.
Por eso, iniciativas como las de ‘La ibisí’, con una programación integrada por obras de este tipo pueden compartirse en espacios públicos sin que por ello hayan de satisfacerse esas abusivas tarifas que la SGAE aplica. Un modesto pub, un bar de copas, o cualquier otro negocio abierto al público (peluquerías, talleres, tiendas… ) son, por lo general, negocios modestos detrás de los cuales están autoempleados que, al mismo tiempo, deben comportarse como empresarios de cara al Fisco, además de cumplir rigurosas normas.
El que la SGAE propine esos zarpazos a la caja de estos pequeños negocios supone uno duro inconveniente para los sacrificados trabajadores autónomos que los regentan y, además, generan la mayor de las veces otro puesto de trabajo. Claro que hay que proteger los derechos de autor y claro que hay que dar cobertura a la cultura, pero no se puede medir a todos por el mismo rasero. Una cosa es una macrodiscoteca ibicenca en plena temporada y otra, bien distinta, un modesto bar de copas al que su parroquia acude para disfrutar, sin lujos, de sus ratos de ocio.
Es patético que la SGAE acuda a la Justicia para intentar cobrar algo que de ninguna manera le pertenece.